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En realidad no planeo que lean esto, es simplemente una manera de no perder borradores, cuentos, escritos que me place hacer, pero si lo estás leyendo, gracias.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Damián Sérrezs.- Parte tres.

Tango.
Siempre ha sido mi género musical favorito, siempre los discos de vinilo que pongo en la sala con aquél viejo tocadiscos que alguna vez fue de mi abuelo. Era violenta y erótica, como el sexo debe de ser, si tan sólo en éste momento, pero no.
Jugaba yo con la sangre, salpicaba los blancos mosaicos que me rodeaban a mí y a mi tina, y yo, alegre cubría mi rostro con la sangre, empape mi cabello y estuve ahí relajado, por tal vez demasiado tiempo, pues no sé cuando dormí y mucho menos cuándo desperté, pero desperté, y gracias a un olor nauseabundo y fétido.
"¿Qué haré con él?, no pensé en el cadáver" reflexioné, mientras había despertado recargado con mis brazos en los extremos de la tina y mi cabeza puesta en uno de ellos, el violín tocó la última nota y la sangre se había enfriado, era de noche y la luna brillaba amarillenta sobre mi cabeza, a través del espejo de mi ventana.
Rápidamente recordé que el señor Larkins fue un hombre solitario al cual nadie quería recordar y nadie olvidaba, él era un fantasma entre nosotros pasando desapercibido por los pasillos del piso cuatro, pasando despreciado por el pórtico del edificio mientras la vigía indiferente lo veía pasar, sin siquiera preguntar adónde iba. No tenía esposa, no tenía hijos, era un hombre viejo sin familia, sin amigos y del cual nadie se preocupaba. Lo veían como una carga, alguien incapaz, alguien necesitado que no puede más que contarte de sus viejas historias de su tan larga vida; sus reflexiones siempre terminaban igual: "Será lo que Dios mande"
Nuestra vida es lo que nosotros hagamos de ella, él se buscó su soledad, no procuró compañía y a todas las aburría con sus anécdotas de antaño. Él fue incompetente, y la vida es una competencia para nosotros, los fuertes de mente. Maté a alguien sin esperanzas de vivir; maté a un cuerpo sin mente y una mente que se negaba a pensar. No destruí ni una mente excepcional ni a un cuerpo sano, él no tenía ninguna de las dos. Me adelanté al tiempo y nos ahorré un lugar más.
Homicida no; aprovechado, tal vez.

Un cuerpo con huesos tan frágiles y restos de músculos que no eran más que piel flácida que colgaba de sus brazos piernas y otros lados, sería fácil deshacerme de él. Podría incluso haber muerto por sí solo.
Éste viejo hombre pudo haber fácilmente muerto en su cama, dejando de respirar por mero cansancio; o en su mecedora olvidándose de todo, hasta vivir; lleno de soledad y rodeado de vacío, tonto viejo e inútil, se pudiera haber muerto, solo.
Así de fácil lo pensaba, pero en realidad, en unos minutos agoté mis opciones; lo había degollado vivo para que la sangre saliera disparada a mi bañera, la sangre salía a chorros incluso con más presión que de mi regadera el agua. Así que un cuerpo en ese estado no sería a causa de un suicidio, el cual hubiera podido aparentar, hubiera.
Hubiera sido difícil que lo llevara lejos, pues siempre está la extraña vigía morena que me acosa y no duda en ningún momento en prestarme toda la atención y ayuda posible, que incluso la considero innecesaria, siempre dispuesta ahí cuando salgo del edificio, siempre el pórtico en su cabina de cristal, al lado de la puerta, separada de nosotros pero mirándome siempre con lascivia en sus ojos. Así sean las tres de la mañana o en pleno medio día ella estaba ahí; el punto era que echarlo a la ciudad quedaba descartado; maldita mujerzuela desesperada, arruina mis planes.
¿Cómo me deshago de él?
"¿Y si, lo disecaba y los escondía en mi armario?" sería algo romántico que la expresión 'esqueletos en el clóset' fuera literal".
"Y si lo preparo como alimento a perros?", "¿Y si lo quemo junto con el departamento?", "Y si...".
-¿Y si lo descuartizo? -pensé en voz alta, sorprendiéndome de mis palabras yo mismo. Descuartizar, ¿era posible que yo Damián llegara a hacer tal atrocidad? Algo anda mal en mí... pero mi conciencia nunca ha sido muy buena. Así que la culpa la dejo a un lado, siempre y cuando pueda verme al espejo y pensar "envídiame".
Miré hacia la luna a través de mi ventana y como suplicándole al Dios que nunca conocí y nunca quise conocer, pedí ayuda a la luna; hoy pido una respuesta divina, aunque seguramente si fuera creyente no podría soportar el hecho de estar condenado desde hace ya mucho tiempo.
Bajé la mirada y entre los oscuros edificios, todo lo que pude distinguir fue la silueta de un hombre sentado en su tejado con un destello rojizo entre sus labios. Admiraba la luna al igual que él, pero el rojo de entre sus labios era diferente al mío, para mí era sangre ajena, para él era fuego entre sus dedos. El humo de su cigarro pasaba por entre la luz de la luna y entonces miré al cielo y agradecí a Dios:
"Gracias Damián, alabado seas"

Me levanté y drené toda la sangre al quitarle el tapón a mi tina, dejando que la sangre ya fría se fuera por el desagüe junto con mi vejéz. Estaba cubierto de sangre, por lo que tomé una ducha y sin tomar una toalla, fui al espejo y me acicalé, pero entonces vi mi rostro e increíblemente aliviado, me vi, me amé y me contuve de besar el espejo.
Recuperando conciencia de lo que hacía, caminé desnudo hasta mi recámara y me vestí con mis peores prendas, que no era mucho decir, pues aún así eran buenas, pero no importaba si se llenaban de sangre o no.
Regresé al baño para limpiarlo, miré al viejo cadáver, sus ojos llenos de sorpresa y su cuello abierto y grotesco, sólo corté hasta la garganta pero debo decir que fue algo increíblemente bizarro y nuevo, no desagradable sino interesante, ver como de sus venas brotaba la vida y como de su garganta salía su alma a chorros de sangre.
Fui a mi cocina y tomé una bolsa que le puse sobre la cabeza para así no ver la repugnante herida, miré el reloj en mi sala y marcaba las 3:38am, era de madrugada, nadie notaría lo cometido o mejor dicho, nadie querría notarlo, ¿A quién le interesaba un viejo decrépito?
Con la bolsa en mano regresé al baño por el cuerpo, cubrí su rostro y cuello para que ver mientras lo sacaba de mi casa, mientras lo llevaba al ascensor.

Entré al elevador, se escuchabann dos cosas: un contrabajo y un saxofón, música de elevador con un cadáver al lado.
"Ring", llegué al piso 30 y se abren las puertas, salgo y sólo veo escaleras  -lo más pesado -pensé.
Cargué del brazo todo su cuerpo subiéndolo escalera por escalera con dificultad, cuando escuché que en el décimo escalón el hombro no soportó el peso de sí mismo y se dislocó. ¿Han oído cómo se disloca un brazo?, es escalofriante, pero divertido saber que los huesos truenan y tu cuerpo se rompe, que la base de tu alma se destruye por si misma, es divertido.
Subí todas las escaleras, cansado pero triunfante, abrí la puerta que llevaba a la azotea, y lo primero que vi fue la luna, inmensa y amarilla. Me tiré al suelo indiferente al dolor que sentí cuando caí, pero mientras miraba las estrellas recordé que gracias al Señor Larkins, había conseguido una vez más, mi juventud; "gracias" dije en voz alta mientras suspiraba admirando las estrellas.
Después de unos minutos, me levanté y le quité la bolsa de la cabeza, para entonces tomarle la pierna y arrastrarlo por entre guijarros negros al borde del edificio, donde sin pensarlo lo aventé a los carros que veloces pasaban.
Justo cuando entró en contacto con el parabrisas de un carro sonaron las llantas desparramadas por el asfalto, sonaron los parachoques de los automóviles colisionar, y sonaron los gritos de mujeres asombradas y aterrorizadas, creo que el viejo perdió la cabeza.
Fue gracioso, la reacción, el grito, el cuerpo despedazado; y ahí estaba yo en la azotea del techo, habiendo simulado el suicidio de un rancio anciano abandonado. Pero gracias a él, había conseguido una vez más mi juventud, y respetando su memoria, me prometí no difamar su ya patética vida escribiendo una nota falsa de suicidio que difamara su larga y aburrida existencia.
Gracias al choque que causó su caída, la cual despedazó por completo su ya hórrido cadáver, fue que no me atraparían.

Esa noche, a las 4:04am volví a mi casa, tomé una pastilla y dormí como bebé; algo anda mal en mí...


                                                                                                            ***


Se sentó en el sillón beige de cuero y rió penosa, insegura y tonto, con su mano arregló los mechones de negro cabello rizado que le cubrían la cara y entonces, indistinguiblemente hastiado le pregunté con cortesía: "¿Quieres beber algo?"
-Si no es molestia -respondió.
"Ya lo eres" pensé, sonriente.
Esa mujer es desesperante, ríe por sus nervios de tan sólo verme, soy demasiado para ella, es que es demasiado vieja y brusca.
No es bella ni joven, tiene un rostro desproporcionado e incluso feo, su cabello rizado y negro es lo único agradable en ella.
Ya en la cocina serví dos copas de vino, y en una de ellas puse algo de ese líquido mágico que quise probar esta vez.
Cuando regresé a la sala, prendí la música de vinilo, apagué las luces y prendí mi chimenea eléctrica, un ritual tan mezquino perfecto para alguien tan mezquina. Y entonces, sentándome le entregué su copa, la tomó y sorbió. -Está algo amargo -dijo.
-¿Qué sabes tú de vinos? -le contesté desesperado -yo te puedo decir con seguridad, éste, es buen vino.
Sólo sonrió apenada y bajó la mirada, sorbió un poco más y me miró como cachorra triste, pidiendo vergonzosa con la mirada, que la besara.
Sé que no hará nada, es tan vacilante que no se atreverá a siquiera besarme, sólo es cuestión de tiempo para que sucumba; la música, el fuego y el vino, clichés tal vez pero eficientes en cuanto a una mujer tan ignorante.
Después de tan solo dos copas la mujer ya estaba ebria, y ambas copas tuvieron aquél toque mágico que tanto me agradaba.
Temblorosa y borracha se recostó en el sillón y se relajó, demasiado diría yo. Piqué su vientre vestido de negro y no despertó, toqué su pecho, aún había un pulso.
Rápidamente y sin cuidado arrastré a la mujer a mi bañera, golpeándola sin querer contra el piso varias veces y perdiendo así los tacones, la puse boca arribe y corrí a la cocina trayendo conmigo una jeringa con una grande aguja.
Sin dudar la enterré en su pecho y rompí la jeringa dejando que el chorro de sangre saliera como fuente de agua roja. Arranqué sin cuidado alguno su vestido negro y afortunadamente no traía ropa interior. "Gran puta" pensé.
"Si te envenené, en tu sangre quedaría el veneno, pero tu sangre es lo que quiero y lo que brota de ti, y sé que el cianuro no daña la piel, hace dos semanas que volví a observar arrugas en ésta, y empeoraron rápidamente, este es mi plan maestro, serás mi conejillo de indias, vaciaré tu corazón"
Mientras que el chorro de sangre salía de su pecho, fui a la cocina por un cuchillo y cuando la encontré en mi bañera aún sangrando tomé sus brazos y los corté profundamente, ambos; éstos sangraron y dejaron que la sangre fluyera más, pero con menos presión de la jeringa. La jeringa no vaciaba la sangre, sino que evitaba que el cianuro la matara por completo; sólo respiraba débilmente, ya no sentía ni pensaba, era un cuerpo desnudo sin alma desangrándose por completo en mi bañera.


Regresé después de una hora de escuchar música mientras leía sobre las historias de amor de mujeres descerebradas y hombres machistas, clásicos en fin. Cuando la vi en la bañera, ya tenía todo el pecho ensangrentado y descubierto, además de que había una cantidad suficiente de sangre en la bañera; le quité la jeringa del pecho, ya salía poca sangre de ella. Arranqué la blanca y traslúcida cortina de mi regadera, la tendí en el suelo y jalé del brazo el cuerpo de la mujer. Éste cayó sobre la cortina y la envolví; la arrastré hasta la regadera, la limpié con el chorro de agua y la sequé con mi toalla.


Primero lo primero, me quité el saco y lo colgué junto a la toalla, me quité la playera y la dejé por el piso, me quité lo demás y lo dejé junto a ella. Caminé desnudo a la bañera, me sumergí y miré al techo, suspirando -me lo merezco -dije descansando.
"Del cuerpo me desharé luego, después de la muerte del señor Larkins, ésta inútil rentó su departamento. Nadie sospecharía pues está sola; demasiado tonta como para socializar y demasiado fea como para que le hablen, no tiene familia, ella me lo dijo, no tiene hijos, ¿quién los tendría con ella? no tiene a nadie y fui el único que se le acercó. Nadie la extrañará, así que fácilmente pudo haber cometido suicidio en su casa, sólo la llevaré a su regadera, abriré el agua y como todavía tiene pulso y seguirá así, cortaré sus venas hasta que lentamente muera desangrándose por completo, contemplando su viejo y desnudo cuerpo húmedo, los blancos mosaicos y sus brazos cercenados por mi cuchillo.
Llega un momento en el día, en el que me importan sus vidas, luego me veo al espejo.


                                                                                                             ***


Las veo que aparecen más rápido, yo lo veo, yo lo sé, ¿por qué?, ¿qué me pasa?. Algo raro pasa, algo extraño me sucede.
Me calmaré, dejando mis cremas a un lado y mi reflejo carcomido, me calmaré.
Ya ha sido otra persona este mes, la vieja vecina del piso 6 se quedó viuda hace una semana, extrañamente fue encontrada en la tina de su departamento, completamente desangrada y con cortadas en los brazos.
Pero si lo he hecho seguido, ya van dos meses y 3 personas, ¿qué rayos sucede?.
Cada casi tres semanas me he sumergido en sangre de personas, la maldita sangre de cerdo no funcionó, tal vez porque era de animal; ésta funcionó una vez, ¿pero por qué no cómo antes?. Me he esmerado en matarlos y conseguir tanta sangre me sea posible, siempre escojo gente por la cual nadie se preocupe, siempre son viejos... viejos.
Siempre son viejos, eso es, siempre son decrépitos sin vida e inútiles, por eso no funciono, busco juventud en un geriátrico. Eso es lo que pasa, si quiero ser joven, tendré que buscar sangre joven.
Lo he decidido, no esperaré más, si quiero ser joven por siempre, hoy empezaré, vestiré formal y coqueto, me arreglaré de manera en que hoy consiga dos placeres, sexo y sangre. Hoy saldré a la ciudad, hoy cazaré a una nueva presa, sólo esperaré la noche y cazaré a una princesa hermosa, me he convertido en el dragón que acosa a las princesas.
"Pero qué dragón"


                                                                                                             ***


-Nathaniel.
Rápidamente me tomó de la cabeza y me besó bruscamente. Seguí con su juego pero el momento en que sus manos propasaron mi decencia o, dicho de otra manera, mis pantalones, lo detuve.
-No, vengo porque quiero algo de ti -le dije mientras me veía suplicante de mí.
Sin invitación alguna pasé a su casa y serví dos copas de su cocina con whiskey, le entregué una y nos sentamos en su sillón.
Cruzando mi pierna y bebiendo de mi copa, le dije: "Tenemos que hablar"
-¿Pasa algo malo? -me preguntó apenado, bajando la mirada y lloroso.
-Terrible y sinceramente, es tu culpa.
Habiéndole dicho eso, se estremeció y comenzó a llorar y a balbucear: "Es que no entiendo, no te encuentro y cuando lo hago te..."
-Cállate y escúchame, que ésto pasó cuando vine aquí por segunda vez -y lloroso me puso atención. -me es inconcebible que no veas el daño que haces a tu prometida, ella no tiene idea de ésto ¿cierto?.
El niño apenado sólo lo negó con la cabeza, como si lo estuviera regañando.
-Pero sobre todo Nathaniel, el daño que me hace a mí saber que ésto te afecta a ti -y su mirada brilló viéndome esperanzado. -No sabes cuánto deseo que seas feliz, quiero poder hacer de ésto algo público, pero antes que nada, debemos de comentarlo con tu... con ella.
-Kimberly, se llama Kimberly -me dijo con una sonrisa, incluso tierna.
-Hablaré con ella Nathaniel, será porque quiero y porque te quiero que nunca más sabrás de ella, sé que me prefieres, sé que soy mejor que ella y tú lo sabes, te quiero para mí y lo acepto, soy celoso, porque te quiero para mí y nadie más.
Temoroso y apenado, el muchacho me miró, no dijo nada, no hizo nada, sólo se acercó a mí y me abrazó. Yo indiferente tomé otro trago de mi copa; lo tomé de la camisa y lo arrastré hasta su cama...

1 comentario:

  1. Primer publicación28 de marzo de 2011, 18:17

    Interesante. Eso es obsesión por la belleza. Y me gusta el concepto de "dragón". También me pregunto si su relación con Nathaniel va enserio, o solo es para pasar un buen rato. Eso porque no mencionaste mucho de eso en este capítulo. Mejor me leo el siguiente.

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