Aquí...

En realidad no planeo que lean esto, es simplemente una manera de no perder borradores, cuentos, escritos que me place hacer, pero si lo estás leyendo, gracias.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Damián Sérrezs. -Parte dos.

¿Saben a qué huelen los jugos gástricos?, yo sí. Gracias a que cuando golpeé mi cabeza muy fuerte al caerme y desmayé, tengo sangre y vómito anoréxico en mi frente, barbilla, pecho y piernas .Rápidamente me puse en rodillas, increíblemente repugnado por mi escena, fluidos desagradables
por todos lados, grité como una niña pequeña al ver un monstruo, como la protagonista de una película de terror a punto de ser asesinada; mis gritos son demasiado femeninos. Una vez que mis pies tomaron un punto de apoyo seco, me puse en cuclillas y me levanté casi corriendo a mi regadera. Abrí las blancas cortinas dejando rastro de mi mano llena de sangre y giré las llaves. Agua caliente relajando mi cuerpo entero, enjuagando los asquerosos remanentes de mi locura, siempre he pensado que he de verme bien, enteramente desnudo y con mi cuerpo espumoso y húmedo.Terminé de bañar, era domingo, y justo este domingo, empezaban mis  4 meses sabáticos. Era 17 de octubre y el atardecer dejaba el cielo con un color otoñal, eran solo los rastros de luz lo que alumbraba la ciudad, y mi apartamento tenía una buena vista de ésta.Domingo en la noche, debo de alistarme si quiero disfrutar de esta noche, pues hoy cuando no haya luz, volveré a sentirme vivo, hace tanto que no volvía a ellos.

                                                                                                   ***

El negro hace destacar mis ojos, ¿o será este espejo? este saco y esta camisa ligeramente abierta hacen que mi rostro luzca joven, pero entonces recuerdo... joven, excepto por... !!nada¡¡. Veo mi frente, y me es imposible no sonreír, río ligeramente y pienso "Valió la pena".
El negro hace destacar mi joven rostro, mi delgado cuerpo y mi perfecta clavícula.La madera oscura de mi cuarto y las rojas paredes de mi habitación hacen que mis  ojos, luzcan penetrantes, mis mocasines lucen brillantes y mi pantalón negro hace que mis piernas y donde empiezan éstas, luzcan mejor que nunca; espero hoy, disfrutar de mí, con ellos.
Voy a mi diván de caoba, sobre este hay una loción especial, siempre que la percibo, me entumezco y me fascino, me extasía ese aroma,debajo de estedivánhay un cajón, tiene una caja, donde escondo un pequeño frasco de rimel, siempre ha sido mi placer culposo el ponerlo en mis pestañas, siempre ha sido mi fascinación, ver mis ojos azules, y ahora con un poco de maquillaje, sé que los demás se extasiarán al verme, y yo llegaré al éxtasis de otra manera.
Y simplemente justo cuando entraba, terminé bajo luces de neón, ultravioleta y un calor imposible de soportar, o solamente era yo quién sufría de calor; dicen que cuando una persona apasionada y su pareja, se aman en el sentido que quieran entenderlo, la llama de sus almas se agiganta, y ésta es tangible; creo que es cierto, o si no lo es, debió de ser la oscuridad adornada por todos aquellos suspiros y exhalaciones que sugerían algo: "Sexo".
Era yo, creo, la única persona con camisa, él único hombre sobrio, y posiblemente consciente; pero entonces, tomé asiento en aquellos sillones donde los hombres eran hipnotizados, no por relojes ni trucos de magia, sino por simple humanidad que los paralizaba, una mujer completamente pintada de dorado, completamente desnuda, bailando al ritmo de música sintética. La miré, me miró, me hizo un gesto y respondí con una mirada incitante, se fue rápidamente sin previo aviso, y entonces miré al tipo que estaba frente a mí, fue inevitable mirar sus pantalones y lo que sucedía en ellos, el me miró agresivamente y yo, respondí de peor manera, le sonreí sugestivamente.
Ahora sentado en un sillón negro de cuero, solo, me dispuse a ver el escenario que se me puso enfrente, una multitud de gente bochornosa y extasiada, simplemente deshecha por la idea de que en su mano, había carne, de que en su carne, habían manos. Era el libido y la intuición las únicas ideas que rondaban por su mente, era simplemente el deseo por el placer, lo que se observaba en aquella multitud danzante bajo la oscuridad, si es que se puede llamar baile a lo que ellos cometían, que con adornos fluorescentes y pintura de colores, ellos disfrutaban de su clímax.
-Tómala -me dijo la mujer dorada, que había regresado con un martini y una bizarra pastilla azul, las cuales puso en la mesa de madera negra de enfrente. La mujer puso su tacón dorado sobre la mesa, y se subió a ésta, poniendo ambos pies en ella, agarró la pastilla que entre sus pies estaba, y la puso en su boca.
Luego, se inclinó hacia mi, dejando sus pechos caer sin preocupación alguna, y me tomó sin pudor del cabello, me jaló hacia su rostro y me besó.Por alguna razón terminé tomándome aquella pastilla sin que supiera, pero después de eso... sólo hay vagos y efímeros recuerdos.

                                                                                                   ***

No sé si fue el sol o ella quien me despertó, pero desperté, y tendido en sábanas blancas de seda, casi entumecido con mi pecho descubierto y mis brazos extendidos, mirando con mis ojos entreabiertos y mi vista encandecida vi su espalda ya sin pintura, mirando su negra piel y su delicado contorno, la línea que caía desde su cuello a su trasero, la delicada forma de la columna femenina que siempre me ha fascinado, que siempre me seduce, siempre bella. El momento en que silenciosamente, acaricié con mi mano, su espalda, sentí el roce de una barba ajena de un día sin rasurar en mi pecho, la respiración de un hombre en mi cuello, sus cabellos largos y cafés en mi barbilla, y con mi otra mano, acaricié su cabeza. No sé que haya pasado aquí, pero esto siempre ha sido así, y de esta manera, he alcanzado mi distorsionada y casi verdadera felicidad.
Ella se levantó de la cama, y tomó sus prendas, sólo vistió su blusa que nunca vi, y su falda que de la nada apareció; de la nada apareció y a la nada desapareció, se fue por la puerta y en mi vida la vi de nuevo. Con el estruendoso sonido de la puerta azotada, el muchacho que estaba dormido, despertó.
-Buenos días -le dije casi paternal.
Con su mano en mi pecho, se aterró y clavó sus uñas sobre mí, y en menos de un segundo se levantó de la cama y me gritó:
"¡¿Quién eres?!"
-Lo mismo podría preguntarte, pero al ver que ésta, no es mi casa, te daré sólo un consejo: Vístete -y el muchacho se dio cuenta que estaba desnudo, y rápidamente tomó la sabana y me la quitó, la puso en su cuerpo y apenado desvió la vista. -préstame de tus ropas -le contesté mirando mi desnudo cuerpo, el me vio y se sonrojó con una vergüenza y pudor demasiado obvios -y desayunemos, entonces, resolvamos las preguntas simples que anoche no hicimos.
-¿Anoche? anoche fue una locura que no repetiré -casi gritaba, con lágrimas en los ojos -y pensar que ayer lunes estaba con mi prometida, viéndola a los ojos en el parque.
-¿Ayer lunes? -pregunté desconcertado -ayer fue domingo.
-No, fue lunes, hoy es martes 19 de octubre.
Desconcertado, miré a la blanca pared que la luz abrillantaba, y me extrañé, pues nunca me había perdido de dos días enteros, pero entonces vi al muchacho, era guapo, ojos verdes y cabello castaño y largo, tenía un rostro tierno y era delgado y me alegré de que hubiera estado inconsciente con alguien tan apuesto, aunque prefería a la mujer, pero ella se había ido ya, si esto es lo que obtengo de tomar una sola pastilla, prefiero morir desobredosis.Desnudo, me levanté, abrí la puerta y le dije: "Vamos, hagamos el desayuno"; él me miró de pies y cabeza y se sonrojó, no me miró a los ojos cuando me respondió. "Sólo déjame vestirme, iré en un segundo". Pobre muchacho temeroso, una noche de curiosidad conmigo y su vida nunca será igual.

Preparaba yo desnudo como siempre, un simple desayuno en el sartén, el aceite que doraba los huevos brotaba salpicando mi cuerpo, pero no mentiré, siempre he sido algo sadomasoquista por más ridículo que sea, entonces, un timbre sonó y tomé los panes del tostador, agarré dos platos blancos de cerámica y los puse en la barra de clara madera que la simple cocina rústica tenía. Entonces tomé el sartén y cuando iba a servir el desayuno.
-¿Por qué preparas el desayuno desnudo?.
-¿Prefieres verme vestido?, algo me hace dudarlo -con mi tono burlón y superior, mientras me recargaba en mi cadera con el sartén en una mano y mi otra manos sujetando mi cadera.
-¡¡Pero es que no entiendo!! -gritó desesperado el muchacho.
Dejé la sartén hirviendo enseguida de ambos platos, y me le acerqué a él, quien ahora tenía una playera interior y calzoncillos, lo tomé de la mejilla y le besé por unos segundos. Él rápidamente se quitó y me empujó, sin mirarme a los ojos me dijo: "Sé que no pude haber hecho nada indebido, sé que yo no soy... como tú"
-Si no fuera así, ¿por qué hoy despertaste a mi lado? -le dije sereno mirándolo dulcemente.
Él me miró con vergüenza, yo le sonreí y le señalé el desayuno, en lo que yo fui a su cuarto a vestirme con su ropa que saqué del armario.Cuando regresé a su cocina lo vi sentado, con ambos platos servidos e intactos, y me senté a comer, ambos platicamos lo que cualquier persona conversaría con un desconocido que casualmente encontró en el parque, él no actúo extraño después de que consideró no tener memoria de si hubo intimidad o no entre nosotros, pero yo sabía que sí, pues aquellos ojos tímidos siempre indican algo que temen.

Cuando terminamos nuestros desayunos recordé algo primordial, e interrumpiendo el breve silencio le dije: "Me llamo Damián, ha sido un placer conocerte"
-Me llamo Nathaniel -dijo apenado pero con cierta dulzura en su sonrisa.
Cuando me fui, supe que volvería a este lugar, supe que pronto sabría de él, pues tenía una excusa.

                                                                                                   ***

Después de dos semanas que casi no recuerdo, vi el calendario que está sobre la frágil mesa de vidrio que está entre mis sillones de la sala, "3 de noviembre" y gracias a que previamente había tomado una aspirina para mi resaca interminable, fui a mi recámara y vi sobre las negras sábanas de mi cama la ropa que tomé prestada de aquella aventura que tuve, y recordé, que había querido volver a ver a aquél muchacho Daniel...espera, ¿Cómo se llamaba?
En mi camino hacia su casa, recordé su nombre y sus ojos apenados y verdes, tan brillantes e inocentes, y me dije que tendría que preguntarle cómo estaba.Cuando llegué a su departamento, que más bien era un cuarto en un motel barato, toqué 3 veces al cuarto 29, y cuando abrió la puerta, se sorprendió y sus ojos brillaron como aquella mañana en la que limpié su barbilla llena de pan tostado.
Me sujetó de los brazos y cerró la puerta bruscamente, sin dejarme decirle: "Ten tu ropa"
Varios momentos impronunciables después, se escuchó un suspiro lleno de alivio y yo, lo dejé recostarse en la cama, para que descansara. Sin que yo supiera, cayó dormido y yo, aburrido.Me levanté curioso de ver su departamento, y me vestí con mi camisa negra, mi saco, mis calzoncillos y siguiendo mi usual vanidad, cepille mi cabello.Cuando terminé, fui a su baño de pequeños mosaicos azules, y vi un espejo de cuerpo completo.Cuando puse mi pie frente al espejo, me miré y a causa de esto:
-¿Qué pasa? -gritó despavorido Nathaniel, como reacción de mi susto.
Sin decirle nada, rápidamente salí y me subí a mi auto negro y manejé veloz hasta mi departamento.
Cuando abrí la puerta de éste, me dirigí brusco a mi baño, donde azoté la puerta y me miré al espejo.
Grite aterrado y desquiciado, era como si mi rostro tuviera 15 años más, grité inconsolablemente y me pregunté "¿Qué hice mal?"
Entonces recordé, que durante dos semanas mi mente estuvo embriagada y olvidado entre las sábanas y los pechos de mujeres que no conozco y olores que no quiero recordar; eso hice mal."¡¡¡¡¿Y ahora qué hago?!!!!" me pregunto.
Simplemente esto es horrible, es como si mi rostro envejeciera con una velocidad desmesurada, como si tuviera yo, 40 años.
¿Qué ha pasado? éste es el fin de mi carrera, mi rostro, mi belleza, mi dinero... pero... era de cerdo.
Eso era, la sangre de cerdo, la condesa nunca se hubiera bañado en sangre de un animal asociado con la suciedad, ella era pulcra e impecable, como yo, entonces, ¿cómo rayos conseguiré sangre humana?

Entre mis paranoias pensé llamar a un banco de sangre, pero cuando lo hice me colgaron al instante. También pensé en yo sangrar, pero nunca lastimaría mi propio cuerpo. No puedo matar a alguien, una persona no aceptaría morir para mi, por más que contemplara estos ojos y estos labios, por más que su libido lo cegara, una persona no se desangraría por mi en la bañera.
Fue entonces, cuando después de que pasara casi horas mordiendo mis labios desesperado, tocaron la puerta.
-Buenos días hijo, me preguntaba si tú tenías agua caliente, los del piso 4 hemos... -se corrigió el viejo hombre canoso -he intentado decirles, pero nunca escuchan a un octogenario sin utilidad alguna.
-Señor Larkin, me ha caído del cielo debo decirle, pase, le mostraré mi baño.
Un viejo hombre, canoso, de ochenta y tantos años, sin familia, sin amigos, sin conocidos, simplemente conocido como el hombre que no moría a pesar de su soledad, no sé como resistía tanto tiempo y tantos funerales, siempre con una sonrisa desesperante.Cuando le abría la puerta del baño, el pasó sin invitación y de igual manera, abrió la llave de mi regadera.
-La de la tina pruébela señor Larkins -le dije mientras me alejaba hacia mi cocina, había tomado una copa de vino y otra cosita más para pasar la noche tranquila que tenía planeada desde hace unos minutos.Luego de unos segundos, regresé al baño y recosté mi espalda sobre el blanco marco de madera de mi baño, y le señalé al señor Larkins la llave: "Ciérrela ahora señor Larkins, por favor".
Realmente se esmeró, me sorprendió como un señor tan viejo pudo cerrar aquella llave defectuosa que siempre me había molestado a mí, pero entonces, cuando las últimas gotas caían,Larkins lanzó un sollozo.
-Vamos, no me diga que en su larga vida nunca nadie le apuñaló por la espalda.


                                                                                                   ***


Era diferente, era cómoda y caliente, era mucho más que 60 litros, es sorprendente como una persona sangra tanto, especialmente cuando cortas su cuello cuando aún respira, incluso la sangre salía con más presión que el agua de mi regadera.
Jugaba con las pequeñas olas de sangre en mi bañera, ahora la sangre me cubría las piernas y debo decir, era bastante reconfortante la calidez y el espesor de la sangre, ahora veo que bañarse en sangre humana es mucho más placentero que en asquerosa sangre de cerdo.

Blog a petición.

Ésto es nuevo para mí, este blog será algo que espero no descuidar y olvidarme de él a la semana, pero si leen esto les agradezco por dedicarme de su tiempo.

Aquí les dejo un fragmento de una de mis nuevas historias pequeñas, inspirada en Erzsebeth Bathory, la Condesa Sangrienta.



Damián Sérrezs. -Capítulo uno.

¿Alguna vez escucharon de Dorian Gray? Aquél narcisista que llegó al extremo de vender su vida por su belleza; yo nunca llegaría a tal extremo, simplemente amo mi vida, amo mi cuerpo, amo mi mente, me amo sobre todo y sobre todos. Sonará narcisista, pero sé que soy mejor que la escoria que vive y respira rodeándome, soy un diamante que cada maldito mísero admira y venera, ellos viven para mí sin que yo lo pida, me rodean y en su mente me colocan en pedestales; soy un ente sobre-humano.

Me llamo Damián Sérresz, soy alto, blanco y de cabello negro lustroso y largo, como un jinete húngaro de aquellos con mirada azul y dominante que recorre la comarca con espada en mano, venciendo a los dragones que atormentan a los desvalidos, salvo doncellas y ¿por qué no? príncipes.
A cualquier criterio, provoco la lascivia, sé que cualquier mujer u hombre que me vea a los ojos, y recorra mi largo cabello oscuro que cae en mi fino cuerpo, me mira con deseo y una lujuria notable, y no los culpo. Hoy que me miro al espejo, lo reconozco, incluso yo desearía poder observarme con ojos ajenos; hoy que me miro al espejo, el grande y rectangular espejo de mi blanco baño de mosaicos, poso desnudo y húmedo, me veo y me admiro, soy hermoso. Con mi largo cabello empapado, veo mi rostro, mis cejas gruesas que adornan mis celestes ojos, mi nariz definida y pequeña, mis finos y rosados labios, mi delgado y simplemente bello rostro.Hoy que me miro al espejo, veo una infame arruga en mi frente; yo, Damián Sérresz a los 31 años de edad, poseo marcas de vejez. A pesar de mis esfuerzos y del dinero invertido en mi rutina dominical de cuidados personales, que todas las mañanas como hoy, me miro al espejo intentando encontrarme algún error que pueda solucionar, algún vello o alguna resequedad en mi blanca piel de marfil.

"¿Una arruga?", me pregunto. Mis domingos fueron siempre iguales, la rutina de conservación de mi innegable encanto. Duermo desnudo y amanezco desnudo, despierto y me dirijo a mi baño, esos mosaicos blancos que siempre abrillantan la luz matutina, que me encandece y frunzo mi ceño ; me veo al espejo de pies a cabeza, me admiro, me rasuro incluso mi casi lampiño cuerpo y después tomo una ducha, sin olvidar los tres productos que debo procurar para mi cabello, y siempre desnudo, unto mis cremas en mi cuerpo entero, y en mi rostro, mi piel siempre ha sido delicada y yo, la he cuidado bien. Puedes ver en el pequeño estante blanco de mi baño que está sobre mi espejo, mis esfuerzos por mantenerme atractivo, convertidos en ungüentos y en cremas faciales, en lociones y en productos para el cabello, son días enteros de mi arduo trabajo frente a las cámaras que simplemente, retratan lo que soy; vendo mi rostro, vendo la imagen de mi cuerpo, y qué lucrativa es la belleza.

Nunca descuido mi persona, "mi exterior refleja mi interior, si soy hermoso por fuera, soy hermoso por dentro" ha sido parte de mi filosofía de vida, es la realidad, mi realidad; y la gente lo avala, siempre me ha dado la razón, nunca nadie ha objetado al hecho de que soy hermoso, y para mí, eso es todo.Una persona fea, es fea porque recurre a manipular a la gente para simpatizarles, una persona fea es quien miente a los demás, quien se adapta a los círculos sociales que le rodea, quien cambia por los demás.Soy el centro de mi vida, y si no soy el centro de tu vida, (la cual debe interesarme) no me eres útil.

Por eso me desconcierta este extraño acontecimiento, esta tragedia que a cualquier otro mendigo le despreocuparía; a mí me acongoja pues sé que esto representa mi lenta caída hacia la ranciedad. Froto mi frente con mi palma, desesperado, pensando en una posible solución, y entonces gracias a mi memoria, el recuerdo que evoca la oscuridad de mi cabello en aquella noche en la que desvelado en la tardía madrugada me encontraba frente al ordenador, investigando nuevas y mejores maneras de cuidarme, llegué a lo extremo:

"'La Condesa Sangrienta', la llamaban, Elizabeth Báthory, la mujer con el record de asesinatos, es el máximo ejemplo de la vanidad. Se dice que un día la condesa húngara, se burló de una mujer de su pobre pueblo hambriento, y la mujer, vieja y amargada resultó ser una bruja quien la maldijo: 'La vejez te llegará pronto'.La Condesa lo ignoró y pasaron los días, cuando en su espejo mientras la acicalaban sus sirivientas, peinándola, se vio una arruga en su rostro, la mujer ya enfurecida, fue halada del cabello bruscamente por una de sus sirvientas, ésta lloró del pánico a la idea de ser castigada, y sólo recibió una cachetada que le rompió el tabique, un castigo ligero considerando que en la época la mutilación genital era una diversión; Elizabeth vio cómo la sangre que le corría por el rostro, le curaba las arrugas, y ésta, ansiosa, pensó que la sangre poseía propiedades curativas. Dudosa, preguntó a sus tres brujas, quienes le confirmaron esto. Una vez que Elizabeth creía firmemente en eso, torturó y asesinó a 612 mujeres con el fin de bañarse en su sangre, que para la condesa, ésta parecía rejuvenecerla.

"Ella cometió la estupidez de acabar con las pobres sirvientas de su mansión, y recurrió a jovencitas nobles, de poca importancia, pero la jovencita número 613 logró escapar de Elizabeth, y la acusó con el clérigo, quien a su vez, ordenó la investigación de la despreciada Condesa.En las mazmorras de su mansión se encontraron restos de muchachas masacradas e incluso exhumaron cadáveres de cientos de mujeres, todas sirvientas, a las que le restaron importancia, pero el testimonio de la pequeña niña con título nobiliario, fue justiciada, y a Elizabeth se le acusó por los rumores de que había asesinado a más nobles, por lo que fue castigada con confinamiento solitario por el resto de su vida, en una torre oscura privada de sus excéntricos lujos. Mientras que a sus brujas, se les mutilaron todos los dedos de sus extremidades, y fueron quemadas vivas.La leyenda de la condesa creció, y se escuchaban por el pueblo los rumores de que organizaba orgías, y Elizabeth tenía sexo con hombres y mujeres, a quienes mordía salvajemente por el placer de sentir la sangre en su desnudo cuerpo.
"Cuatro años duró la mujer encerrada, mientras que un día, a sus cuarenta y ocho años de edad, fue encontrada muerta y arrugada, tal y como lo dijo la anciana"

Estaba fascinado, debía admitirlo; encontré varias similitudes entre ella y yo, tales como: Ella era hermosa, le restaba importancia a sus sirvientes, y lo confesaré, siempre he mordido a mis parejas en el acto; lo cual me llevó a distraerme con otras cosas que no relataré, debido a su carácter sexual y privado. Pero la idea de matar a alguien sólo para bañarse en su sangre me repugnó por completo, y ese día no consideré por nada en el mundo, investigar nada más.
Pero hoy que me veo al espejo, aterrado de la idea de que mi juventud empiece su fin; me dedico a investigarlo.



                                                                      ***



-Buenas tardes, ¿en qué le puedo ayudar? -me dijo el empleado de la farmacia.

Ya era de noche, la farmacia estaba alumbrada sobre la calleja húmeda y el muchacho me veía atento, demasiado atento. La farmacia tenía todo tipo de medicinas en la parte trasera, y la barra con la caja registradora estaba frente mío.
-Lo de siempre, por favor
-Le dije cortés a ese muchacho con mirada honesta que nunca dejaba de sonreír al verme a los ojos.

-¿La sangre rejuvenece a la gente?
-¿Disculpe? -me preguntó desconcertado a la sorpresiva anomalía de mi pregunta.
-Que si la sangre rejuvenece, le pregunto. -Le dije con indiferencia, observando mi compra en su bolsa blanca plástica, sin mirarle los ojos. Él, atónito respondió: 
-Supongo yo, que ha de tener algunas propiedades regenerativas, por la cantidad de vitaminas y oxígeno que tiene, pero señor Sérresz, ¿a qué viene esto? -me preguntó dudoso y curioso.
-Nada que te importe, limítate a atender a los clientes. Me sonrió amablemente, como si se disculpara; algún día le retribuiría sus sonrisas, siempre él con su cabello rizado y marrón, su delantal azul y su juventud por delante. Algún día le retribuiría sus sonrisas, siempre me he preguntado si seré yo la causa de su sonrisa, o simplemente él tan alegre como siempre; pero no hoy, hoy tengo planes.



                                                                ***



Era asquerosa su imagen, su blanco delantal lleno de sangre e incluso un trozo de seso que estaba adherido a su antebrazo. Me contuve las ganas de gritar por aversión al lugar lleno de animales desollados y blancos mosaicos ensangrentados, y pregunté con involuntario tono despectivo: "¿Vende la sangre de cerdo?"

Su mirada era tal y como la esperaba, incluso más entrometida que la del muchacho de la farmacia. -¿Para qué rayos quiere la sangre? -me preguntó casi molesto.
-Sólo dígame -contesté iracundo y, acepto que mi voz haya sido femenina y tal vez sacudir los brazos como pequeña no haya sido buena idea, pero el carnicero, con desdén me dijo: "llévese la que quiera, siempre la tiramos".

Me alegro que salí de ahí impecable, iba camino a mi casa con dos bolsas enormes de sangre de puerco en manos bajo las lámparas que alumbraban las calles de noche, era tan asqueroso, pero era mi última opción; ¿Qué podía hacer si las mejores soluciones me habían provocado lo que intentan destruir?

Cuando llegué a mi casa, no supe qué hacer, ya era hora de mi única merienda, la cual postergué cuando tuve la idea de vaciar el contenido de las bolsas en mi tina.
Eran pesadas, como de 40 litros cada una, y las dos bolsas hicieron que la tina tuviera un nivel casi decente de sangre, lo suficiente como para cubrirme de ella. Una vez que vertí ambas bolsas en la tina, vi como esa carmesí sustancia formaba un charco, contrastando la blanca cerámica.Me desnudé, rápidamente y sin pensarlo, sabía de antemano que esto sería algo grotesco, pero era mi última opción, me desnudé por completo y dejé que mi pierna derecha tocara con la punta del dedo gordo, la fría sangre. No pude evitar sacudir mis brazos de manera femenina, siempre le molestó aquello a mi padre, pero no pude evitar asquearme por la viscosidad de la sangre, su hedor putrefacto y simplemente, mi tersa piel sometida a tal atrocidad. 

Yo lo pensé, debía de ser buena idea, no dudemos de mí, ¿por qué empezar hoy? Metí el pie derecho, emitiendo sonidos involuntarios de repudio y con delicadeza, apoyé mis manos en el soporte de mi tina, metiendo ambos pies y sentándome en la tina. Reflexivo, miré a los blancos mosaicos y cesando todo pensamiento excepto uno: "...qué asco", dejé que mis piernas se sumieran en la sangre, y resbalando mi cuerpo dentro de la tina, ahí estaba, recostado en fría sangre de cerdo.
"La belleza duele, cuesta, y en mi caso, incluso huele como a cerdo rancio" Con mi mano, juego con la sangre, en mi palma pongo una poca y la unto en mi cuerpo, repito con ambas manos hasta que como si me bañara en ésta, llega la hora de cubrir mi rostro, y ver si aquél mito sangriento será verdad, o sólo me estaré cubriendo de sangre de cerdo maloliente sin sentido alguno. Con ambas palmas, tomo de entre mis piernas, la suficiente sangre como para enjuagar mi rostro.Una vez, dos veces, y tres veces; se siente relajante, huele a hierro, y moriré del asco, ¿esto es una oreja de cerdo en mi boca?.
La escupo con inmensa repulsión, ahora nauseabundo y mareado, saco mi cabeza para escupir, me recojo el cabello con una mano, e inevitablemente: -Esto fue mala id... -vomité.Aturdido y hastiado, recuesto ambos brazos sobre el borde, y también mi cabeza, dejo que mi cuerpo siga en la sangre, pero al tomar otra bocanada de aire, volví a oler la putrefacta sangre y mi fétido vómito.
-¡¡NO!! -grité solo.Desesperado torcí mi columna y puse mis piernas sobre la orilla de la tina, y con mis brazos en el otro extremo, me impulsé para apoyar mis pies en el piso, pero para mi sorpresa, justo cuando me erguía, mi pie resbaló en el vómito, y sin oposición mía, caí al suelo golpeándome la cabeza, dejando mi cuerpo ensangrentado, sobre mi propio vómito...

Me desmayé, es lo único que sé, me desmayé entre sangre y vómito con los cuales yo mismo empapé mi cuerpo y me pregunto a mí mismo, "¿Qué rayos hago?".